PORQUE TODOS TENEMOS ANTOJOS

miércoles, 26 de octubre de 2011

Burbujas

Hoy me perdí en mis recuerdos. Hacía rato que no lo hacía.

Tenía que terminar unos trámites corriendo contra reloj.
El tránsito era intenso a la hora pico y las barreras del tren no levantaban. Otra vez estaban rotas e imperaba el caos. La alarma del cruce que no dejaba de sonar, una cola eterna de autos intentando cruzar hacia el otro lado, bocinazos, la incertidumbre de no saber si viene o no viene el tren, los arriesgados que pasaban sin preámbulo, insultos, los temerosos que no se decidían, bocinazos de nuevo, camiones de contramano.
Respiré profundo. Subí la ventanilla del auto, bajé la cabeza y me agarré del volante preparada para la media hora que me esperaba.
Cuando levanté la mirada los vi a ellos. Dos jóvenes se besaban ajenos al mundo que los rodeaba. Como en cámara lenta se tocaban, se sentían, se volvían a besar. Ella tenía sus manos puestas en los bolsillos traseros del pantalón de él. Él, la tomaba por la cintura y la apretaba contra su pelvis. Le apoyaba su sexo sin reparo alguno. Ella se movía despacio contra él disfrutando esa sensación. Se comían con la mirada, se decían algo al oído, sonreían traviesos, se besaban de nuevo. Se mordían lento y volvían a reírse.
Me quedé mirándolos como una fisgona. Escudriñándolos. Estudiando cada gesto.
Y no pude evitar sentir una nostalgia atroz. Cuánto hacía que no me besaban así!!!!! Y no me refiero a la pasión, las ganas, la intensidad o al acto de besar en sí.
Quiero explicarme bien e ir más allá. Quiero llegar hasta mi adolescencia, hasta ese amor que me hacía volar de alegría y me retorcía las tripas, hasta esas ilusiones, esa inocencia, esa creencia de la existencia eterna de la pasión.
Quiero envolverme, por un rato, en esa burbuja invisible que los rodea y los aisla del mundo. No tener otra preocupación en mi cabeza más que la prolongación de ese beso que me come la lengua, de ese abrazo, de esas palabras traviesas en mi oído. Y volver a ser esa chica ansiosa, ilusa, enamoradiza, ajena al ruido, al tránsito atroz, a las alarmas que no paran de sonar.


Un bocinazo me arrancó violentamente de mi visión.
Puse primera y me sumergí en la jungla. 
 
 

6 comentarios:

  1. No sé si se lo habían dicho ya, pero usted escribe muy bien. Empecé releyéndolo por encima, y a las dos líneas ya sentía que estaba ahí... sentado en el mismo auto, mirando la misma escena, y sintiendo lo mismo.
    O parecido, bah... porque en mi adolescencia no me pasaron esas cosas. Tuve una adolescencia tardía, digamos.

    Muy lindo.

    saludos.

    ResponderEliminar
  2. WAITMAN, gracias. Para mi no hay mayor recompensa q un comentario así, que alguien me diga que lo que leyó lo transportó, por un instante, a otro lugar.
    Y no te preocupes que algunos, adolescemos toda la vida.
    Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Está bárbaro Lau.
    Exactamente hoy me pasó, (no tan intensamente porque me viviría martillando el cuore), mientras transcurría en esta ciudad. En 18 y Vázquez. Yo iba caminando frente a ellos -él mas informal canguro, jeans, championes negros; ella mas de oficina, tipo tailleur-, los envidié, intensa e insanamente, quería eso para mi justo en el mismo momento. Muy jovencitos, frescos.
    El Gliptodonte se metió dentro de su caparazón solitario.

    ResponderEliminar
  4. Igual, le diré, ahora paso mucho mejor que en mi adolescencia.
    Mis besos y maniobras son muy superiores.
    Y la emoción es aún mayor.
    Porque me hace acordar en un aspecto este relato, a las "Coplas a la muerte de mi padre" de Manrique, en la tentación de:
    "Recuerde el alma dormida,
    avive el seso e despierte,
    contemplando
    cómo se pasa la vida,
    como se viene la muerte
    tan callando,
    cuan presto se va el plazer,
    cómo, después de acordado,
    da dolor;
    cómo, a nuestro parescer,
    cualquiere tiempo passado
    fue mejor."

    Que no es así mi Señora, que eso no es sino ilusión (como el film este de W. Allen, sobre París).
    Los amores, besos y polvos que vienen, serán (casi) siempre mejores.
    Salud!!!

    ResponderEliminar
  5. Entonces, en realidad, lo que mas te admiro, es ese arte de voyeur tan perversamente bien puesto en palabras, sin ahorrar detalles ni exceder en letras.

    ResponderEliminar
  6. Me dí cuenta ahora que hay algo de Girondo en tus textos, de los poemas para leer en el tranvía. Una mirada íntima, revulsiva sobre lo cotidiano, en tu apropiación de la vida de la ciudad que te rodea o que habitas. Percepciones evocativas de los mundos interiores, fantasmas y aliados que emergen de la luz del sol bañando lo que habita y transcurre alrededor.
    A mí Buenos Aires, me seduce y excede profundamente. Creo que el exceso desaforado de vitalidad, me estimula mucho. El pasado orgulloso y procaz, emergiendo en sus piedras o cordones, la atmósfera húmeda y combustible, el presente profundamente fugaz, activo, con una nostalgia festiva y un futuro que se me aparece como conciliado con el río y despreocupado o confiado a la propia vitalidad del habitar cotidiano. Es fabuloso.
    Y esto late en lo que vos escribís.

    ResponderEliminar

Acá nos tratamos con respeto.