PORQUE TODOS TENEMOS ANTOJOS

jueves, 20 de enero de 2011

Antivirus

Así como los virus informáticos se extienden por la Red, un día Sara se despertó y encontró a Roberto desayunando muy tranquilo en la cocina de su casa.
Primero pensó que estos virus que se instalaban sin permiso eran una gran molestia. Luego supuso y deseó que no fuera demasiado importante.
Cuando la mujer se lo comentó a Luis, su marido, él le dijo que eso le pasaba por ser crédula y abrir su corazón a cualquiera.

Claro, es sabido que los virus vienen adjuntos con los problemas del corazón.

Así, Roberto empezó a crecer. No sólo le robaba la comida de la heladera, sino que empezó a llevar y traer información importante. Como un troyano voraz, desparramaba datos entre los vecinos de la pareja y ahora todos sabían que Sara hacía años que no tenía un orgasmo y que Luis fantaseaba con la vecinita del octavo.
La situación los estaba superando, así que decidieron actualizar su antivirus. Claro que ya era tarde. Roberto estaba tan instalado que hasta se habían encariñado. Es más, ya estaban infectados con Roberto.
Los domingos a la tarde lavaba el auto con Luis y piropeaban a las mujeres desde el balcón y hasta ayudaba a Sara con los quehaceres domésticos.
Un día, Roberto se metió en la cama, allí, justo entre los dos, tomó el control remoto y comenzó a programar lo que la pareja miraría hasta que se queden dormidos.
A veces, Sara se aburría y se ponía a leer.
Pero todo se complicó cuando el virus se enamoró. A propósito, Roberto ponía canales de películas clásicas que la mujer amaba y Luis detestaba. Así, se dormía, girando su cuerpote hacia la izquierda.
Entonces Roberto comenzaba a reírse con Sara y a practicar juegos de memoria y a nombrar a actores y directores y películas.
Terminaban suspirando y abrazados hasta que se dormían juntos.
Por la mañana, salían, iban juntos de compras y Sara le cocinaba lo que al virus le gustaba comer. Se divertían en el almuerzo y en la cena compartían un vino.
Desesperado de amor y decidido a quedarse con el programa, Roberto difundió rumores muy crueles de Luis: todo el barrio se enteró que el hombre era indiferente con su mujer, que moría por las quinceañeras y que tenía un horrible aliento.
Así fue que el muchacho se fue de la casa en busca de tranquilidad y Sara quedó totalmente infectada de amor.


Tengan cuidados con esos virus en apariencia normales.
Si se despiertan una mañana y les cuesta reconocer a la persona que está desayunando en su cocina, urgente busquen un antídoto contra el desamor.