Hoy me perdí en mis recuerdos. Hacía rato que no lo hacía.
Tenía que terminar unos trámites corriendo contra reloj.
El tránsito era intenso a la hora pico y las barreras del tren no levantaban. Otra vez estaban rotas e imperaba el caos. La alarma del cruce que no dejaba de sonar, una cola eterna de autos intentando cruzar hacia el otro lado, bocinazos, la incertidumbre de no saber si viene o no viene el tren, los arriesgados que pasaban sin preámbulo, insultos, los temerosos que no se decidían, bocinazos de nuevo, camiones de contramano.
Respiré profundo. Subí la ventanilla del auto, bajé la cabeza y me agarré del volante preparada para la media hora que me esperaba.
Cuando levanté la mirada los vi a ellos. Dos jóvenes se besaban ajenos al mundo que los rodeaba. Como en cámara lenta se tocaban, se sentían, se volvían a besar. Ella tenía sus manos puestas en los bolsillos traseros del pantalón de él. Él, la tomaba por la cintura y la apretaba contra su pelvis. Le apoyaba su sexo sin reparo alguno. Ella se movía despacio contra él disfrutando esa sensación. Se comían con la mirada, se decían algo al oído, sonreían traviesos, se besaban de nuevo. Se mordían lento y volvían a reírse.
Me quedé mirándolos como una fisgona. Escudriñándolos. Estudiando cada gesto.
Y no pude evitar sentir una nostalgia atroz. Cuánto hacía que no me besaban así!!!!! Y no me refiero a la pasión, las ganas, la intensidad o al acto de besar en sí.
Quiero explicarme bien e ir más allá. Quiero llegar hasta mi adolescencia, hasta ese amor que me hacía volar de alegría y me retorcía las tripas, hasta esas ilusiones, esa inocencia, esa creencia de la existencia eterna de la pasión.
Quiero envolverme, por un rato, en esa burbuja invisible que los rodea y los aisla del mundo. No tener otra preocupación en mi cabeza más que la prolongación de ese beso que me come la lengua, de ese abrazo, de esas palabras traviesas en mi oído. Y volver a ser esa chica ansiosa, ilusa, enamoradiza, ajena al ruido, al tránsito atroz, a las alarmas que no paran de sonar.
Tenía que terminar unos trámites corriendo contra reloj.
El tránsito era intenso a la hora pico y las barreras del tren no levantaban. Otra vez estaban rotas e imperaba el caos. La alarma del cruce que no dejaba de sonar, una cola eterna de autos intentando cruzar hacia el otro lado, bocinazos, la incertidumbre de no saber si viene o no viene el tren, los arriesgados que pasaban sin preámbulo, insultos, los temerosos que no se decidían, bocinazos de nuevo, camiones de contramano.
Respiré profundo. Subí la ventanilla del auto, bajé la cabeza y me agarré del volante preparada para la media hora que me esperaba.
Cuando levanté la mirada los vi a ellos. Dos jóvenes se besaban ajenos al mundo que los rodeaba. Como en cámara lenta se tocaban, se sentían, se volvían a besar. Ella tenía sus manos puestas en los bolsillos traseros del pantalón de él. Él, la tomaba por la cintura y la apretaba contra su pelvis. Le apoyaba su sexo sin reparo alguno. Ella se movía despacio contra él disfrutando esa sensación. Se comían con la mirada, se decían algo al oído, sonreían traviesos, se besaban de nuevo. Se mordían lento y volvían a reírse.
Me quedé mirándolos como una fisgona. Escudriñándolos. Estudiando cada gesto.
Y no pude evitar sentir una nostalgia atroz. Cuánto hacía que no me besaban así!!!!! Y no me refiero a la pasión, las ganas, la intensidad o al acto de besar en sí.
Quiero explicarme bien e ir más allá. Quiero llegar hasta mi adolescencia, hasta ese amor que me hacía volar de alegría y me retorcía las tripas, hasta esas ilusiones, esa inocencia, esa creencia de la existencia eterna de la pasión.
Quiero envolverme, por un rato, en esa burbuja invisible que los rodea y los aisla del mundo. No tener otra preocupación en mi cabeza más que la prolongación de ese beso que me come la lengua, de ese abrazo, de esas palabras traviesas en mi oído. Y volver a ser esa chica ansiosa, ilusa, enamoradiza, ajena al ruido, al tránsito atroz, a las alarmas que no paran de sonar.
Un bocinazo me arrancó violentamente de mi visión.
Puse primera y me sumergí en la jungla.