PORQUE TODOS TENEMOS ANTOJOS

viernes, 22 de octubre de 2010

Rutinas

Qué linda que estabas la otra tarde en ese recoveco,

tan apretadita contra mí, tan apurada, tan cerquita.

No te molestó que nos miraran

pero igual ocultaste tu rostro.

Después me besaste y te perdiste entre la gente
(y yo dormí feliz).

La alarma del reloj sonaba religiosamente a las 6.30. Ducha rápida para un despertar seguro. Al Sr. Daniel nunca le gustó bañarse con agua caliente porque pensaba que eran placeres que no acarreaban ninguna ventaja operativa.
Cuarenta cepilladas por lado con dentífrico de mentol.
A las 8.00 pagaba el peaje y a las 8.17 estacionaba el auto en la cochera 34E. A más tardar, a las 8.30 estaba leyendo el diario sentado en la oficina y tomando su desayuno.
Un pocillo blanco con tres cuartas partes de café bien negro y un chorrito apenas de leche tibia con tres cucharadas de azúcar. Nadie preparaba el cortado como Lili.
El Sr. Daniel siempre pensó que todo era correcto en su vida. La estructura estaba tan bien planeada, que nada podía interponerse entre la felicidad y lo evitable. No creía en el destino. Él pensaba que todo era una consecuencia de una acción. Que todo era reactivo y planificable.
Hasta los sentimientos.
Los lunes, las carpetas debían estar ordenadas alfabéticamente sobre su escritorio según el planning semanal cuidadosamente pensado. Lili nunca se equivocaba. Siempre aparecían ordenadas como le gustaba al Sr. Daniel.
Él era un tipo bueno y trabajador, a la vieja usanza. No sabía de computadoras, porque Lili las usaba por él. No conocía los teléfonos de sus contactos, porque Lili siempre lo comunicaba cuando los necesitaba. Tampoco se preocupaba por su almuerzo de las 12.30 porque, bueno, ya saben, estaba Lili.
Un día el Sr. Daniel llegó a la oficina y el café cortado no estaba en su escritorio. En su lugar, encontró una carta manuscrita con la letra prolija de Lili.

Estimado Sr Daniel:
Me voy. Conocí a un hombre que vive en el interior. Me dice que soy linda, buena y que le gusto. También me dice que lo excito cuando lo beso y que me quiere hacer el amor todos los días.
Llevo años esperando que Usted me lo diga. Llevo noches enteras pensándolo a Usted y debo reconocer que cada vez que mi amante me toca, sueño que son sus manos. Sus manos grandes, cuidadas y huesudas. Sus hermosas manos que nunca me tocaron, ni me acariciaron, ni me arrancaron de mi silla para que Usted me besara apasionadamente.
Lo amo Sr. Daniel, pero parto en busca de un amor más terrenal.
Tal vez, en otra vida se decida y me cuente al oído que soy su chica, que me quiere acurrucar y tenerme envuelta en sus sábanas tibias hasta que me duerma.
Mientras tanto, adiós.
Atentamente, Lili.

El Sr. Daniel se quedó unos minutos en silencio, mirando el reloj de la pared.
De pronto se percató que se le había pasado la vida.

3 comentarios:

  1. Oh Lili, desde que te fuiste no dejo de buscarte.
    Te dejaste los lentes.

    Muy bueno estimada.

    Manteniendo el respeto vai rapaceada, http://www.youtube.com/watch?v=0DN0mUdYXOs
    iso é

    un gusto

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  2. Que gustoso es leerte!!
    Que nonete se pegó Daniel!!
    Sería genial que alguien o algo nos mande una señal, nos desayune , un pinchazo Divino si se quiere... cuando la magia de la vida nos pasa por al lado y nosotros hacemos la plancha sin enterarnos de nada.
    Mirá que te lo dice un caracol,que nunca aprendió a "chapear"... pero siempre traté de estar atento a los momentos mágicos.
    Cariños

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  3. AL-FONSO, gracias por la canción. Me encantó.
    El gusto es mio.

    MENTOLADO, ¡qué palabra nonete! Jaja! No digas que sos un caracol, che. Te imagino más Pepe Grillo a vos...
    Abrazo.

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Acá nos tratamos con respeto.