Sacudió la cabeza mientras intentaba recuperarse del golpe y espantar el espejismo.
Aquella ventana con las cortinas corridas era la culpable del terrible porrazo y no la cáscara de banana, como todos creyeron.
No pudo evitar quedarse espiando a esa hermosa mujer desnuda, recostada en el sillón, con la mirada perdida y una copa de tinto bamboleando en su mano.
Hipnótica belleza de cabello castaño, piernas largas y tristeza infinita.
Esa fue la primera y única vez que Papá Noel pidió un regalo para Navidad.
Aquella ventana con las cortinas corridas era la culpable del terrible porrazo y no la cáscara de banana, como todos creyeron.
No pudo evitar quedarse espiando a esa hermosa mujer desnuda, recostada en el sillón, con la mirada perdida y una copa de tinto bamboleando en su mano.
Hipnótica belleza de cabello castaño, piernas largas y tristeza infinita.
Esa fue la primera y única vez que Papá Noel pidió un regalo para Navidad.