PORQUE TODOS TENEMOS ANTOJOS

lunes, 21 de febrero de 2011

Susurros en la oscuridad

El ventilador de techo de la habitación pequeña me decía cosas.
Al principio fueron nimiedades, todas palabras agudas bisílabas, tales como…
- Giró, giró, giró, giró
O
- Calor, calor, calor, calor
O
- Pasión, pasión, pasión, pasión

Luego empezó a darme órdenes:
- Soñá, soñá, soñá, soñá
Y
- Pensá, pensá, pensá, pensá
 Y también
- Dormí, dormí, dormí, dormí

Igualmente, me pareció poco interesante y seguí haciéndole caso omiso. Simplemente lo mataba con la indiferencia. Me ponía boca abajo y lo miraba con la mejor cara que lo podía mirar estando boca abajo.
Pensé –lo reconozco- en si debía llamar a un electricista o a un psiquiatra, pero no tuve tiempo de hacer ninguna de las dos cosas, por lo que seguí soportando sus manías.
Hasta que una noche sin estrellas ni luna, escuché que me dijo:
- Por más que sigas pensando en él, no se va a materializar.
- Existe porque lo pensás. Si dejaras de extrañarlo va a desaparecer.
Y lo repetía. Una y otra vez. Toda la noche.

Me estaba empezando a preocupar. Y no sólo porque escuchaba las cosas que me decía mi ventilador, sino porque no podía dormir bien y eso traía consecuencia nefastas en mi vida diurna.
Me equivocaba las direcciones, me olvidaba las palabras que tenía que utilizar al hablar. Me quedaba dormida en lugares extraños, no me podía concentrar en mis lecturas…
Trataba de no escucharlo, pero me era imposible. Me seguía taladrando el cerebro con esas estúpidas frases de autoayuda.

Y el calor que no aflojaba…

Una vez me dijo:
- Las personas que creen que saben todo son una gran molestia para los que sabemos todo.
Ahá, un poco pedante mi ventilador. Pero aún lo soportaba. Casi, casi, hasta le había tomado cariño.
Pero toda relación tiene un final, y esta no iba a ser la excepción.
Una noche de lluvia, pesada y húmeda, me dijo.
- Estás más gorda.

Así fue como a la mañana siguiente salí urgente a comprarme un aire acondicionado que no hiciera ni un poquito de ruido.